¡Los árboles se quedan! Varios gigantes verdes le dan personalidad al lote y la arquitectura – por supuesto – se acomoda para convivir con ellos.
El primer árbol está en medio garaje pero, no hay problema: una malla fuerte y ornamental juega con las sombras de las hojas del árbol mientras que funciona como barrera en caso de que cayera alguna rama.
El resto de la casa se abre en torno a la parte más amplia del lote, aprovechando vistas hacia más árboles y hacia el cañón del río. En media casa se encuentra el segundo árbol protagonista, donde la terraza se construye alrededor del tronco, aprovechando la belleza de su tronco alto y ramas frondosas.