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¿Qué es kitsch y por qué me encanta? Kitsch y diseño interno

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Cada época ha sido definida por una o varias tendencias de arte pero no son las únicas.

Siempre han existido expresiones artísticas que no se acercan a la norma del momento. A veces se resaltan como interesantes y disruptivas y a veces se rechazan como de mal gusto, pasadas de moda o feas en general.

El término kitsch empezó a sonar más por ahí de los 1930 para describir precisamente esto. En ese momento se usó para describir lo opuesto al arte del movimiento Vanguardista.

Más adelante, el crítico de arte Clement Greenberg se apropió del tema para describir el arte promovido por las masas: arte sin crítica ni profundidad que la comunidad acepta sin pensarlo mucho.

Hoy, de acuerdo a la RAEkitsch se refiere a una estética pretenciosa, pasada de moda y de mal gusto. Y, sí, en su mayor parte de expresión, lo es.

Se le llama kitsch al arte, arquitectura o diseño interno – entre otras ramas de expresión artística – que mezclan todo lo que hay a mano, sin contemplación aparente de si los elementos usados se complementan o coexisten de manera armoniosa en el lienzo o espacio.

Un espacio Kitsch

Una de mis profesoras de arquitectura me lo describió – palabras más, palabras menos – con una imagen como esta:

Imaginen entrar a la casa de una abuela: sobre la mesa ven un mantel de plástico con rombos azules; colgando del cielo de madera hay una lámpara estilo chandelier pero le cambiaron los bombillos por bombillos nuevos, más gruesos, que le quedan muy grandes; en la pared, un televisor viejo se cobija con un mantelito tejido en crochet y un gato chino moviendo su pata descansa encima. El sillón: contemporáneo, reclinable, nuevo y de cuero. Es tan grande que no se puede reclinar por completo; encima tiene 8 cojines de colores y texturas diferentes, además de un peluche de Bob Esponja. Esto, sin mencionar, los muñecos de yeso adornados con escarcha.

Un espacio pensado para que los nietos se diviertan, el hijo se sienta cómodo en el sillón y al tele no le de frío. Es un espacio que le quiere caer bien a todos pero en su conjunto es demasiado.

En términos ticos: un espacio feo o polo. Y en palabras más cercanas a otras latitudes, algo similar a: naco o cursi.

En arquitectura, un buen ejemplo son las infames McMansions de Estados Unidos. Casas gigantonas que pretenden ser mansiones y para ello, le meten todos los detalles “sofisticados” que puedan imaginar: múltiples tipos de enchapes (porque uno o dos no son suficientes), ventanas en arco por acá y cuadradas por allá, entradas majestuosas para vestíbulos que les quedan pequeños, un efecto general de desproporción.

 

Kitsch intencional

¿Entonces por qué me gusta?

Bueno, el kitsch kitsch no me encanta. Es lo que hemos descrito. De hecho, específicamente el kitsch en arquitectura hace que me sangren los ojos.

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Lo que amo es la apropiación de la “tendencia” o el kitsch intencional. Particularmente en diseño de espacios internos, aunque en diseño gráfico, arte y diseño de productos también hay aplicaciones geniales.

El kitsch intencional es apropiarse de combinaciones inusuales, usar materiales, texturas y objetos de características contrarias y de diferentes épocas. Es atreverse a saturar y generar composiciones raras pero que de alguna manera se balancean. Todo con el fin de generar alguna sensación en particular en el espacio.

La gran diferencia entre el kitsch intencional y el kitsch es el equilibrio. Al elegir cuidadosamente cada uno de los objetos por utilizar, su ubicación y su combinación y al tener en mente el objetivo del diseño (hacia dónde vamos con la sensaciones que se quieren generar) el espacio kitsch intencionalmente diseñado deja de ser feo cursi… O lo es, pero se ve bien.

¿Qué opinan? ¿Lo aman o lo odian?

 


 

Fuentes:

Fotos obtenidas de:

¡Gracias por su interés en espacio!