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¿Por qué hay espacios que dan «mala vibra»? El caso del Sanatorio Durán

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Si son ticos, en algún momento han ido al Sanatorio Durán en Cartago para que los «asusten». Este antiguo hospital fue creado para tratar pacientes de tuberculosis y en su tiempo contaba con infraestructura que era lo mejor de lo mejor.

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Una visita corta basta para notar los espacios amplios, grandes ventanales y lo que alguna vez fueron acabados finos… Si a esto le agregamos condiciones de clima y altitud agradables, todo suma para crear espacios que no solo eran funcionales sino que también podían levantar la moral de los pacientes.

Entonces, ¿qué pasó?

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Conforme la tuberculosis dejó de ser tan problemática y los costos de mantenimiento aumentaban, el complejo entró en un periodo de decadencia desde 1950 y hasta la fecha. El clima se empezó a comer el edificio. El sol afecta las paredes de madera, el viento raspa la superficie de los materiales, el polvo se apropia de los espacios, y sobre todo, el abandono humano hace que los espacios no se llenen de nuevas historias y nuevas vidas. El edificio está atrapado en el pasado y no hay manera de que las personas dejen de asociar su condición antigua de hospital con sus pasillos vacíos.

Las construcciones y sus materiales tienen una vida útil. Esta a veces se mide por años y a veces por uso. El exceso de uso acelera la vida útil. Irónicamente, el desuso también. En otras ocaciones les he comentado que los materiales están vivos. La falta de mantenimiento hace que esta vida pierda calidad: que haya exceso de transferencia de humedad, que se tapen los poros de la madera y esta deje de «respirar», que los metales pierdan su brillo, etc.

Las historias que se dieron en espacios forman parte de la vibra del lugar; esto es cierto. Pero lo que más peso tiene es el tipo de uso que se le de.

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Fotografías: Manuel Alberto Barquero Z.

¡Gracias por su interés en espacio!