Nuestro mundo tiene vida. No solo en los animales y las plantas, sino también las cosas que nos rodean, sea que nosotros – los seres humanos – las hayamos inventado o no.
Los espacios, sobretodo, tienen vida. ¿Cuántas veces se ha sentido feliz, en calma o armonía sin saber realmente por qué? ¿Alguna vez ha llegado a un lugar intrascendente y de pronto, nota que su humor ha cambiado?
¡El espacio! Cada espacio que visitamos – con el que interactuamos – tiene una serie de características que juegan a favor o en contra nuestra. El espacio hace que de pronto nos llenemos o drenemos de energía.
Un lugar muy húmedo, muy caliente o frío, muy estrecho, oscuro o muy ruidoso puede afectar nuestro ánimo negativamente.
Mientras que un buen espacio, bien ventilado, con un balance de materiales y geometrías que cuentan una historia nos hace sentir más felices y realizados.
El espacio no es un ente aislado, tiene alma. Forma vínculos con las personas que lo habitan y lo rodean. Conversa con su entorno natural o construido, genera una estética y aura particular en el ambiente.
No es una cosa inerte, ¡todo lo contrario! ¡La madera sigue viva aún luego de los procesos industriales que recibe para ser utilizada! Nunca deja de realizar procesos químicos con el ambiente. ¡El concreto también está vivo! Sí sí, es un material creado artificialmente pero tiene capacidad de absorber humedad, se transforma con el tiempo y se presta para el crecimiento de plantas u otros organismos. Es decir, interactúa con lo que le rodea y el ambiente interactúa con él.
¡Para vivir bien, el espacio NO debe ser tomado a la ligera!
Si se trata de un nuevo espacio, debe ser diseñado con muchísimo cuidado… Se debe tener en mente las condiciones específicas de las personas que lo habitarán y por supuesto, debe ser respetuoso con su entorno.
Si se trata de uno existente, se puede intervenir para explotar sus mejores cualidades. Intervención no necesariamente significa remodelación. Pueden ser pequeños cambios que mejoren la calidad de espacio como el color de las paredes, la distribución del mobiliario y la integración de naturaleza.
Estos son los tipos de espacios que deberíamos habitar: los que aportan a la experiencia humana, los que emanan emociones positivas, los que tienen alma. Acá en espacio compartiremos sobre este tipo de espacios arquitectónicos y otros temas para hacer que nuestras casas, oficinas y demás espacios sean mucho más habitables.
Si quiere diseñar un proyecto con alma, ¡hablemos! Me encantaría ser parte del proceso.